CAS Buenos Aires

15 de dic de 20182 min.

NO es NO

La denuncia pública que realizó Thelma Fardin sobre un episodio de abuso sexual que sufrió siendo menor de edad a manos de una persona que gozaba de su confianza y de la confianza de su entorno, tuvo el efecto inmediato de movilizar a toda la sociedad y en especial a las víctimas de abuso sexual que, de algún modo, pueden sentirse más acompañadas o respaldadas socialmente para contar lo que sufrieron y siguen sufriendo por estos hechos.

Lamentablemente, las situaciones de este tipo son muchísimas, la mayor parte ocurren dentro del entorno familiar y los victimarios son parientes cercanos, de los que debería esperarse, y se espera, cuidado y protección.

Desde el Centro de Asistencia al Suicida somos testigos a diario de la devastación emocional que generan en las víctimas los abusos sexuales, especialmente viniendo de convivientes o personas cercanas. El trauma y la intimidación que producen hacen que contar lo sucedido sea muy difícil, y cuando logran hacerlo con otra persona de su confianza, que suele ser la madre, es frecuente que no se les de crédito o se acuse a la víctima por lo sucedido, generando una nueva situación de abandono y desamparo, que muchas veces se relata como “una nueva violación”.

Es muy difícil para las víctimas volver a confiar en las personas y reconstruir sus vidas. Incluso en un ámbito anónimo, confidencial y donde saben que no serán juzgadas como nuestra línea de asistencia al suicida puede resultar demasiado doloroso admitir un abuso sexual. Y es muy frecuente que en tal situación de desamparo y soledad aparezcan pensamientos suicidas.

Lo bueno es que algo está cambiando. La valiente denuncia de Thelma, y más aún, el masivo apoyo social que recibió, muestran que se puede hablar. Que las personas que fueron víctimas de abuso sexual pueden encontrar ámbitos adecuados donde contarlo, y donde les brinden la escucha, contención y comprensión que necesitan.

De hecho, varias organizaciones de ayuda amigas, de muchos lugares del país, también se hacen cargo de la necesidad de hablar, de tener ámbitos adecuados para hacerlo y que estén disponibles para todos y todas las víctimas de abuso de cualquier tipo, y que la sociedad en su conjunto esté dispuesta a escuchar, creer, ayudar, contener y acompañar.

Todas las personas que vivieron este tipo de dramas personales en silencio ahora saben que pueden hablar, con un amigo/a, un pariente de confianza, un religioso, un profesional, una institución o, por supuesto, en nuestra línea de asistencia al suicida.

Y les recomendamos que lo hagan, porque la escucha es sanadora, y es el primer paso para reconocer que no estamos solos en el camino.


 
ver también Orientación para madres y padres en la prevención del suicidio.


Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.
 

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