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Día Internacional de las personas de edad


Las personas mayores siempre han desempeñado un papel importante en la sociedad como líderes, consejeros, cuidadores, guardianes de las tradiciones, o fuentes de sabiduría. Sin embargo, en un mundo moderno estructurado en torno a la tecnología, con exigencias crecientes y una exagerada valoración del éxito, los viejos parecieran haberse convertido en un estorbo. Los adultos mayores con frecuencia son víctimas de discriminación, marginación o abandono. Sumando a esto los problemas naturales de la edad, no es extraño que muchos sufran depresión, fantasías de muerte o pensamientos suicidas. De hecho, son el grupo etario con mayores índices de suicidio después de los adolescentes.

Ante esta situación, las Naciones Unidas instituyeron desde 1992 el Día Internacional de las Personas de Edad para que sea conmemorado cada 1º de Octubre. El objetivo es que tanto gobiernos como personas reflexionemos sobre el rol que ocupan los adultos mayores en nuestras comunidades, las desigualdades a las que están expuestos y las acciones que podemos emprender para mejorar su inclusión en nuestra vida social. En definitiva: que nos preguntemos si queremos vivir en una sociedad que descarta a sus miembros al llegar a cierta edad o si, por el contrario, pretendemos un contexto más justo, igualitario e inclusivo.

Las desviaciones del ideal de inclusión son enormes por lo que las acciones a realizar también deben serlo. Algunas solo están solo al alcance del Estado, pero son los pequeños gestos que llevan a cabo los individuos los que producen grandes cambios sociales. Por empezar es necesario cambiar nuestra mirada hacia los adultos mayores; aceptar que ellos provienen de un mundo que nosotros desconocemos, por lo que sus formas de pensar o sentir pueden ser muy distintas a las nuestras, y sin embargo merecen el respeto que a nosotros nos gustaría recibir cuando lleguemos a su edad. Debemos valorarlos por su historia, por su esfuerzo de vida, por sus logros, y quererlos por la inocencia con la que, cada uno a su modo, sigue defendiendo su existencia. Agradecer a los adultos mayores por su legado y también por sus errores, en el reconocimiento de que cada generación está en deuda con las que la precedieron, habla de nuestra calidad humana. Con esta actitud es que debemos mirarlos, hablar con ellos, escucharlos.

Este año, conmemoramos el Día Internacional de las Personas de Edad en medio de una pandemia, y del distanciamiento social impuesto para hacerle frente, que nos afectan a todos, pero especialmente a los adultos mayores. Son ellos los que más riesgos corren y los que más restricciones deben imponer a sus vidas cotidianas. Muchas personas de edad avanzada enfrentan en soledad el temor a la muerte y el alejamiento de sus seres queridos. Por eso, este año, cuando más nos necesitan, más profunda debe ser nuestra reflexión y la revisión de nuestras actitudes hacia ellos.


A la pandemia del covid-19 se le suma una pandemia silenciosa de enfermedades mentales debido al aislamiento, la incertidumbre y la angustia por las pérdidas. También en este sentido los adultos mayores son el grupo etario más golpeado. La edad mayor ya era un factor de riesgo para la conducta suicida. No debemos permitir que este riesgo se incremente en las actuales circunstancias.

La tarea es simple: hablar con nuestros adultos mayores, escucharlos, estar atentos a sus necesidades, respetar sus puntos de vista, hacerle saber que los queremos. Si cada uno de nosotros hace lo propio con sus adultos mayores más cercanos, no solo estaremos mejorando sus vidas, también estaremos construyendo una sociedad más inclusiva y realizando acciones concretas para la prevención del suicidio.


 

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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