En los titulares de los diarios vemos con frecuencia accidentes de tránsito, homicidios en ocasión de robo y femicidios; y está bien que así sea porque estos temas a la sociedad le preocupan y nunca es demasiado el esfuerzo y la atención que se le dediquen para prevenirlos. Sin embargo, hay un gran ausente: el suicidio.
El suicidio, y especialmente el suicidio juvenil es un problema tanto o más grave que los mencionados antes por la cantidad de vidas que se cobra anualmente, pero, por algún motivo, decidimos ignorarlo. Como sociedad nos gusta mirar para otro lado, pensar que el suicidio es un problema de otros, que, en definitiva, es una “decisión libre” y que no debemos interferir. Tal vez hacemos esto porque es una forma de sentirnos menos culpables, pero la ciencia y las experiencias concretas nos indican otra cosa.
Como prueba de esto nos gustaría citar la experiencia del doctor Basile en el Instituto Austral recuperando pacientes con ideación suicida y la experiencia o de la organización “El Camino” en Fiambalá, donde se logró detener una “epidemia” de suicidios (ver nota en: http://www.lanacion.com.ar/1984067-suicidio-en-jovenes-un-metodo-para-combatirlo-con-exito ).
Cuando estas experiencias dejen de ser casos aislados la sociedad se comprometa en la lucha contra este flagelo que está matando a nuestros jóvenes estaremos en el camino de solucionar el problema. Pero, para que eso suceda, tendremos que dejar de mirar para otro lado.
Centro de Asistencia al Suicida Buenos Aires