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Dark Contrasts: La paradoja de mayores tasas de suicidio en lugares “felices”


Un estudio de la Universidad inglesa de Warwick, el Hamilton College, y la Universidad de San Francisco revela que los países con mayor índice de felicidad tienen mayores tasas de suicidio. Ver detalles en Tendencias 21. La explicación que los investigadores dan a esta extraña paradoja es lo que denominaron contrastes oscuros. Según esto, los individuos desafortunados tienden a juzgar su propia situación en relación al grado de felicidad de las personas que los rodean.

Sin cuestionar los argumentos de los investigadores quisiera hacer dos aclaraciones que pueden resultar importantes para comprender el alcance de las conclusiones del estudio.

En primer lugar resulta difícil definir el término “felicidad” en una investigación científica. Para el estudio se usó un índice de prosperidad publicado por el instituto Legatum de Londres, que si bien intenta incluir aspectos no económicos para obtener una evaluación más confiable que el Ingreso per cápita, dista de reflejar lo que en el lenguaje corriente llamamos “felicidad”, de hecho, la palabra “prosperidad” parece más apropiada.

La otra cuestión bien conocida por los investigadores científicos es el hecho de que dos variables que se mueven juntas o una después de la otra no implican necesariamente causalidad. Es más probable que llueva en los días que la gente sale de sus casas con paraguas, pero nadie diría que los paraguas son lo que causa la lluvia. La mayor prosperidad de algunas sociedades y sus mayores tasas de suicidio bien podrían obedecer a una causa común y no ser una el causal de la otra. De hecho, aún antes de este estudio sabíamos que la mayor parte de las sociedades modernas se han vuelto más prósperas en las últimas décadas y que paralelamente fueron aumentando las tasas de suicidio. Siguiendo la hipótesis de la causa común deberíamos preguntarnos, ¿qué otra cosa cambió en las sociedades a medida que se volvieron prósperas? De la experiencia en escuchar a personas con ideaciones suicidad surge que muy pocas de ellas hacen referencia a su prosperidad, y con mucha menos frecuencia a la prosperidad de otros. Lo que sí se escucha muy a menudo es hablar de soledad, de indiferencia y de problemas en las relaciones. ¿Y si no fuera la prosperidad sino el descuido de nuestras relaciones humanas lo que está causando el aumento de tasas de suicidio en el siglo XXI? Podría argumentarse que ambas cosas van juntas, que a medida que la gente se vuelve más prospera valora más sus bienes materiales, su confort y su estatus, volviéndose más indiferente en sus relaciones; o que en una sociedad donde se valora más el disfrute de los bienes materiales éste se confunde fácilmente con el sentido de la vida, generando vidas sin sentido para aquellos que no lo alcanzan. Si esto fuera así deberíamos preguntarnos qué precio estamos pagando por nuestra prosperidad y si es imprescindible pagar ese precio o por el contrario se puede pretender vivir mejor y al mismo tiempo sostener valores como la solidaridad, la compasión y la capacidad de escuchar y contener al que sufre.

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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