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La vida después del suicidio


Si las personas que deciden suicidarse supieran cuánto sufrimiento pueden generar en sus familiares y amigos tal vez buscaran otras alternativas para afrontar sus problemas.

Seguramente no lo saben, están demasiado sumidos por su propio sufrimiento para poder sopesar el sufrimiento ajeno.

Muchas personas que piensan en el suicidio incluso fantasean con que “ellos van a estar mejor sin mí” y creen traer alivio y “dejar de ser una carga” para sus familias. No saben, no pueden imaginar, la enorme carga de sufrimiento que dejan en este mundo.

Si decimos que más de 3000 personas mueren al año en Argentina a causa de suicidio (de acuerdo a estadísticas del Ministerio de Salud) y suponemos que un promedio de cuatro personas se verán emocionalmente afectadas por cada suicidio (seguramente son muchas más), podemos calcular que al menos 12.000 personas se suman cada año a la legión de personas que sufre por el suicidio de un familiar o amigo.

Pero los números son fríos y no alcanzan a retratar el drama que cada una de estas personas está sufriendo, casi siempre en silencio y soledad, por eso pensamos en incluir aquí una sola historia que una lectora del diario “La Nación” se animó a compartir.

Historias como estas hay cientos de miles, la mayoría de ellas nunca serán contadas.

Desde ya que cada una de estas historias es diferente, pero en todas ellas hay elementos que son comunes: El sufrimiento, la duda y la culpa.

Cada suicidio deja atrás un misterio que debemos respetar, pero los familiares y amigos quieren saber ¿por qué?, y esta duda suele atormentarlos. Aparecen también los “¿Y si hubiera…?”, “¿Y si me hubiera dado cuenta?”, y mil preguntas más siempre incomprobables o sin respuesta. Por esto el duelo por suicidio es diferente y en general genera sufrimientos mucho más profundos que con frecuencia llegan a la ideación suicida.

A todo esto se le suma esa amarga sensación de que todo este sufrimiento pudo haber sido evitado. Nada podemos hacer sobre los hechos consumados, pero sí desde la escucha podemos llevar cierto alivio y contención a los sobrevivientes para que al menos dejen de sufrir en silencio y soledad. También desde la escucha podemos asistir a otras personas que puedan estar pensando en el suicidio (ver nuestro apartado: “Usted puede prevenir un suicidio”), y esa es nuestra tarea en nuestra línea de prevención del suicidio.

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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