Esta semana nos visitaron en nuestra sede las licenciadas María Victoria Bernal y Natalia Peyoro, psicólogas y operadoras de la Línea 144 de Violencia de Género para explicarnos qué servicios brindan desde su línea, cómo manejan la problemática de la violencia de género y cuáles son los orígenes socioculturales de esta problemática que genera tanto sufrimiento en las familias, tantas muertes y que además es un importante factor de riesgo de la conducta suicida.
La problemática de la violencia de género no es una cuestión de algunos casos aislados, tampoco implica solamente a las más de 300 mujeres que mueren cada año en Argentina víctimas de femicidios o a las miles de mujeres que sufren vejaciones psicológicas, físicas o sexuales, casi siempre en silencio. La violencia de género no es una cuestión sólo de mujeres, si queremos entender el origen de esta problemática debemos entender al género como una construcción social.
Y hablamos de género, no de sexo que es evidentemente una condición biológica. El género sería la forma en que cada uno percibe su lugar en la sociedad y es percibido por los otros en relación a su sexo. Aún después de la revolución feminista existen determinados roles y determinados permisos que se asignan específicamente a uno u otro género. A la mujer se la relaciona con la crianza y el cuidado del hogar y al hombre con la provisión y la exterioridad. Estas diferencias son tan marcadas y están tan arraigadas que la mujer llega a ser considerada como una “posesión” por algunos hombres que cuando sienten amenazado su “derecho de propiedad” reaccionan en forma violenta.
Todo puede empezar como celos, vigilar cómo se viste la mujer o con quién se junta, asegurarse de que no le “metan ideas en la cabeza”; seguir por el control de actividades, de horarios y de gastos; y luego los enojos, los gritos, los insultos, los golpes y algunas veces el femicidio. Pero si retrocedemos la película para volver al comienzo nos encontramos con una madre o un padre enseñándole a sus hijos, niños o niñas, cuál es su lugar en la sociedad y a qué tienen derecho. Por eso la mejor forma de prevenir la violencia de género es cuestionar las concepciones machistas en el lugar donde las detectemos.
Lamentablemente, las líneas de asistencia para casos de violencia de género como el 144 no pueden ir tan lejos. Ellos generalmente tienen que lidiar con hechos consumados donde la violencia de género ya está instalada, y brindar la mejor orientación a la víctima, que no siempre es tan sencilla como pudiera parecer.
Las mujeres también fueron educadas dentro de la cultura machista por lo que suele costarles mucho identificar como violencia situaciones que al principio pueden parecer hasta cuidados. Cuando por fin se dan cuenta, ya están atrapadas en una situación violenta y suelen descubrir que durante años sus relaciones fueron alejándose por lo que su red de contención está destruida. También está el temor, muchas veces justificado, de que cualquier acto de defensa sea visto como una provocación por el agresor. Sin contar con otras ataduras como la dependencia económica, la vivienda o el cuidado de los chicos.
Llegando a este punto, la mujer suele encontrarse enredada en una maraña en la que cualquier movimiento brusco puede ser incluso peligroso. Por eso, desde la línea 144 se busca en primera instancia que la mujer aprenda a distinguir situaciones de violencia que muchas veces había naturalizado para ir poniéndole límites en la medida de sus posibilidades, al tiempo que reconstruye su red de contención, y sólo cuando tiene elementos suficientes como para sostener su decisión o cuando una situación de peligro inminente amerita el riesgo se la incentiva para que haga denuncias o abandone el hogar brindándole el asesoramiento legal y los recursos de contención disponibles para estas situaciones.
Aunque con metodologías muy diferentes (una privilegia el anonimato en virtud darle mayor libertad al consultante para expresar lo que le pasa y lo que siente, y la otra identifica y hace seguimiento de los casos) las líneas 135 de Asistencia al Suicida y 144 de Violencia de Género, muchas veces asisten a las mismas consultantes, ya que una consecuencia directa de la violencia de género ejercida en el tiempo es el deterioro de la autoestima de la víctima llegando a la ideación suicida. En ese sentido creemos que ambos servicios resultan complementarios por lo que el intercambio de experiencias entre ambos equipos puede ser mutuamente beneficioso y, lo más importante, beneficioso para la comunidad que necesita y recurre a ambos.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.