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Qué hay del otro lado de las líneas de ayuda


Recientemente, la periodista de TN Ángeles Cardozo Traillou realizó una investigación periodística sobre cómo enfrentan la dificultad de su tarea quienes trabajan en las líneas de ayuda: Ver nota en TN.

Siempre agradecemos estas iniciativas porque no sólo ayudan a difundir nuestra línea de prevención del suicidio, sino que además nos permiten reflexionar, también a nosotros, sobre lo que hacemos en la línea, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos; y, en este caso, compararlo con lo que ocurre en otras líneas de ayuda.

La investigación de Ángeles comprende la línea de violencia familiar (137), la línea de violencia de género (144) y nuestra línea de asistencia al suicida (135).

Pese a las notorias diferencias entre las instituciones que sostienen estos servicios, así como también en las problemáticas que abordan, en los protocolos que utilizan y los fines que persiguen, son llamativas las similitudes que surgieron de la investigación.

Por empezar, todos los operadores entrevistados hablaron del deseo de ayudar al otro. Más allá de que en los dos primeros casos se trate de líneas sostenidas por el estado y que nuestra línea de prevención del suicidio sea un servicio sostenido por una asociación sin fines de lucro y esté basado en el trabajo voluntario, por lo que las ganas de ayudar son lo único que nos sostiene en la tarea, entendemos que esto también es aplicable a servicios públicos de gran impacto emocional como los mencionados. No es posible sostener un trabajo como el nuestro sin una genuina vocación de servicio.

Otra característica común es la lucha contra la frustración. Las ganas de ayudar al otro nos llevan a dar en cada llamado el mejor esfuerzo humanamente posible, pero lo humanamente posible no siempre es suficiente. Siempre queremos dar más, pero debemos aceptar nuestras propias limitaciones.

También destacaron la importancia del tono de voz. Nuestra tarea, en todos los casos, siempre se trata de escuchar, de contener y de intentar dar algún tipo de ayuda. Hay veces que quisiéramos abrazar al consultante o sentarnos a su lado para sostener su mano o mirarlo a los ojos para que sepa que intentamos entender su dolor, pero sólo contamos con la voz para lograr que el consultante se sienta escuchado y contenido, para que sepa que a nosotros nos importa él, su dolor y lo que le está pasando, por eso tratamos de usar de la mejor manera ese único recurso.

Y como último factor común entre las tres líneas podemos mencionar la lucha contra la desesperación. Hay veces en que lo que pasa del otro lado de la línea nos impacta de tal manera que nos quedamos paralizados o sin palabras. Eso en cierto sentido esto es bueno porque nos indica que no somos insensibles ante el sufrimiento ajeno, pero no le sirve al consultante que requiere nuestra asistencia. Por eso debemos aprender a sobreponernos rápidamente, a no caer en la desesperación o la desesperanza de quien nos llama y, sin dejar de acompañarlo, a aportar una mirada diferente a sus problemas.

Agradecemos también a los operadores de otras líneas que desde lugares distintos nos acompañan en el objetivo común de luchar por una sociedad mejor, sin violencia hacia los otros ni hacia uno mismo.

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicidio y sí publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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