Numerosos estudios muestran una relación directa entre las situaciones de acoso escolar o bullying y la aparición de pensamientos suicidas en adolescentes.
Esta relación se torna cada vez más dramática si consideramos que en los últimos años las situaciones de acoso aumentaron drásticamente en nuestras escuelas como también lo hicieron los índices de suicidio adolescente. Sin embargo, el acoso escolar es un problema mucho más complejo de lo que pudiera parecer a simple vista y por lo mismo es una trama mucho más difícil de desarmar.
Tendemos a pensar en el acoso como en una situación de agresión donde hay una víctima y un victimario, por lo que castigando, controlando o apartando al victimario, estaríamos protegiendo a la víctima, y en algún plano del análisis, esto es así. Pero, en un análisis más profundo, las situaciones de acoso son mucho más complejas. Existen muchos más roles, activos o pasivos, pero que en definitiva hacen que el acoso ocurra: incitadores, cómplices, aplaudidores, testigos, en definitiva, toda la comunidad educativa puede estar involucrada en una situación de acoso, incluso la víctima de una situación de acoso puede actuar como instigador, cómplice o incluso victimario de otra situación, tal vez por un sentimiento de venganza o revancha o simplemente como una forma de salir de su posición. Las situaciones repetidas de acoso se convierten en una verdadera cultura adolescente, un código interno que resulta excluyente y hasta fatal para muchos adolescentes que llegan a generar pensamientos suicidas o incluso a realizar intentos de suicidio.
¿Cómo desarmar entonces esta madeja? Atender los casos aislados puede resultar útil, pero para que el acoso se detenga debemos enseñarles a nuestros adolescentes una nueva cultura de respeto mutuo, sin acoso. Esto no significa que no se deba castigar de algún modo a los acosadores. El acoso debe ser desalentado de todos los modos posibles, pero sabiendo que esto sólo no resolverá el problema. La solución de base pasa nuevamente por la educación. El programa Kiva al que ya nos referimos antes, que se instrumentó inicialmente en Finlandia y que ya se ha probado en muchos países, incluso en el nuestro, les enseña a los niños habilidades de convivencia desde la más temprana infancia y ya ha demostrado ser muy eficiente en la prevención del acoso por lo que esperamos que también consiga reducir los índices de suicidio adolescente.
En la serie “13 Reasons Why” producida por Netflix se ilustran varios casos de acoso escolar y se muestra claramente la complejidad de estas situaciones. El éxito y la gran difusión de la serie consiguieron volver a poner sobre la mesa un problema tan importante como el acoso escolar. Junto con la serie, sus realizadores difundieron una varios cortos educativos, entre ellos, uno que explica el fenómeno del acoso y alienta a los adolescentes a no ser cómplices de estas situaciones y por el contrario asumir el papel de “defensores” de su compañero acosado. Los adultos también tendremos que poner nuestra parte prestando atención, escuchando y actuando para que cada vez haya más defensores y menos acosadores.
Y para todos aquellos que hayan sufrido situaciones de acoso, les pedimos que no dejen de buscar ayuda en un adulto de confianza, como un profesor, los padres, un profesional o, como siempre, nuestra línea de prevención del suicidio.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.