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Amar lo que es: Una mirada diferente frente a los pensamientos suicidas


Cuando intentamos asistir a alguien que está transitando una crisis emocional con pensamientos suicidas, casi siempre nos habla de su sufrimiento y muchas veces identifica uno o varios problemas como “la causa”. Esta lógica de causa y efecto nos resulta tan atractiva que nos vemos tentados a comprar este razonamiento: Si un problema ocasiona sufrimiento y pensamientos suicidas, solucionando el problema, desaparecerán ambos.

Toda la cuestión se reduce entonces a encontrar una “solución”. Sin embargo, no todos los problemas tienen solución, no siempre la solución es accesible y, aunque la tuviera y estuviera a nuestro alcance, solucionar el problema no necesariamente significa erradicar el sufrimiento.

Byron Katie, después de haber transitado más de diez años de depresión y de haber enfrentado sus propios pensamientos suicidas, nos propone una mirada diferente:

Lo que nosotros llamamos “problema” es un aspecto de la realidad que no nos gusta: una separación, la muerte de un ser querido, una enfermedad, un quebranto económico o una traición. Es lógico que cualquiera de estas desgracias o muchas otras nos produzcan enojo, tristeza o dolor, pero la verdadera causa del sufrimiento no debemos buscarla en la realidad sino en nuestras discusiones con la realidad.

“Sufrimos cuando lo que pensamos no está de acuerdo con lo que es”, nos dice Katie. Este concepto no es novedoso, podemos encontrar expresiones parecidas en muchas religiones o enfoques espirituales, y está en línea con varias corrientes psicológicas. Pero para Katie no se trata de una creencia religiosa o un concepto teórico, llegó a esta conclusión por propia experiencia y ese aprendizaje le sirvió para vencer sus pensamientos suicidas.

De hecho, aunque todos podemos experimentar lo desesperante que resulta querer que la realidad sea diferente de lo que es, seguimos alimentando pensamientos como: “La gente debería ser más amable”, “mi esposa (o mi marido) debería escucharme” o “yo debería ganar más dinero”. Aceptar la realidad no es conformismo, hacer una alianza con lo real puede ser el primer paso para un verdadero cambio.

Todo lo que pasa en el mundo, o bien depende de mis decisiones, “asuntos míos”, o de las decisiones de los otros, “asuntos de los otros”, o simplemente sucede sin que nadie pueda decidir nada, a lo que Katie las llama “asuntos de Dios”. Mientras estuvo deprimida y con ideación suicida, Katie observó que ocupaba casi todo su tiempo en asuntos de los otros o en asuntos de Dios.

“¿Quién se ocupa entonces de mis asuntos?”, pensó. Y decidió ocuparse personalmente. Descubrió que cada vez que ocupaba su mente pensando en asuntos ajenos, como cuando pensaba “mi madre debería comprenderme”, ese pensamiento le producía sufrimiento, y cuando dejaba de pensar en ello, el sufrimiento cesaba. Ideó entonces un método para detectar y desactivar todas sus “discusiones con la realidad” al que llamó “El trabajo”.

“El trabajo” es un método introspectivo muy sencillo que ayudó a Katie y a muchas personas más a desactivar los cuestionamientos que le producían sufrimiento.

Sabemos que para una persona que atraviesa una crisis de angustia o ideación suicida, este tipo de ejercicios de introspección puede resultar inaccesible al menos en el momento presente. De todos modos, las enseñanzas de Katie pueden servir como reflexión a quienes intentan asistir a una persona con ideación suicida para enfocarse menos en “resolver los problemas” y más en la forma en que el otro mira su realidad para ayudarlo a descubrir sus propias fortalezas.

Si cree necesario hablar sobre estos temas para asistir a otra persona con ideación suicida o para lidiar con sus propios pensamientos suicidas puede llamarnos a nuestra línea de asistencia al suicida.

 

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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