Como dijimos en notas anteriores, la conducta suicida es un fenómeno multicausal. Dicho en otros términos, tiene que haber una vulnerabilidad previa para que un determinado hecho conduzca al suicidio. Esos factores precedentes, generalmente permanecen ocultos de manera que no podemos saber a priori cómo una persona reaccionará frente a lo que ella misma percibe como una agresión, un maltrato, una injusticia o un abandono. La recomendación lógica es la cautela, el buen trato y la amabilidad en todos nuestros contactos sociales y con todas las personas, pero las redes sociales parecen haber olvidado estas reglas.
La reciente difusión de casos de abusos sexuales tiene el mérito de haber puesto luz sobre un tema que permanecía oculto generando un marco social receptivo en que las víctimas son escuchadas. Sin embargo, cuando estos mensajes se convierten en acusaciones a determinadas personas que en lugar de seguir el camino de la justicia optan por la vía más rápida de la condena mediática las cosas pueden salirse de control con consecuencias indeseadas como el suicidio de los acusados (incluso inocentes).
Muchas personas justifican recurrir a la condena a través de las redes sociales por la lentitud o, incluso, por la falta de justicia; otros, reproducen mensajes sin ser conscientes de estar participando de un linchamiento mediático. Sin embargo, la justicia mediática no es justicia.
La madre de un chico de 16 años, que se suicidó en la ciudad de Bariloche acusado en las redes de abusar de una amiga nos pide a los adultos que seamos más responsables al reproducir mensajes en nuestras redes sociales.
De nada sirvió que la presunta víctima haya reconocido que su denuncia era falsa, la maquinaria de las redes sociales ya estaba en marcha y terminó por aplastar las esperanzas de un chico sensible y vulnerable que llegó a perdonar a su acusadora, pero no pudo soportar la presión social.
Nada justifica un suicidio, el mensaje que debemos transmitir es que incluso en las peores circunstancias siempre hay alternativas de vida, pero deberíamos ser más cuidadosos de los sentimientos del otro y colaborar para que no se generen estas circunstancias.
Este no es un caso aislado, hubo otros parecidos y probablemente los siga habiendo. Llegado a este punto, ni siquiera es importante si la denuncia original es o no verdadera; el suicidio del acusado nunca es, o al menos no debería ser, el desenlace buscado; pero las redes sociales nos otorgan un poder incontrolable del que muchas veces no cobramos consciencia.
Por eso, nuestra recomendación es que se tome dos segundos antes de reproducir un mensaje en las redes sociales para asegurarse de que no le está haciendo daño a otra persona. Y en caso de que se vea, de cualquier modo acosado en las redes sociales y sienta que la situación lo supera no dude en buscar ayuda; recurra a familiares, amigos, profesionales o, por supuesto, nuestra línea de asistencia al suicida.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.