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Ante el suicidio de Alan García…


El suicidio de cualquier persona es una desgracia que pone de luto a toda la humanidad, pero cuando quien comete suicidio es una persona famosa y admirada se convierte además en un riesgo para amplios sectores de la población y en un desafío para los medios de comunicación que deben cumplir con su genuina vocación de informar pero sin favorecer procesos de identificación e imitación.

Varias veces hablamos en estas columnas sobre el rol de los medios de comunicación colaborando en la tarea de la prevención del suicidio o, por el contrario, convirtiéndose en un riesgo adicional. Deberíamos agregar ahora a las redes sociales porque las nuevas tecnologías le dan al ciudadano común la oportunidad de convertirse en un partícipe activo en la difusión de contenidos y, como tal, le cabe también la responsabilidad de medir los efectos sociales de los posteos que comparte.

Para que el suicidio de una persona seguida y admirada por muchos como fue el caso esta semana con el fallecimiento del expresidente del Perú Allan García no se transforme en una cadena de sucesos desgraciados se deben cuidar algunos aspectos que están contenidos en el documento de la OMS Prevención del Suicidio – Un instrumento para profesionales de los medios de comunicación, que nos recuerda ASULAC en un comunicado en relación al suicidio del exmandatario peruano y que en forma resumida nos indican:

1- No justificar un suicidio en base a explicaciones simplistas sobre las supuestas “causas” y menos aún en base a supuestos fines o propósitos ulteriores del acto. Hacerlo no solo puede inducir a otros a imitarlo sino que además es falso, porque el suicidio es un fenómeno multicausal que siempre queda envuelto en una cuota de misterio. Nadie puede explicar a ciencia cierta la compleja trama de pensamientos y sentimientos que invaden la mente del suicida en sus últimos momentos y que lo empujan a cometer el acto.

2-No glorificar el hecho. Las personas que merecen nuestra admiración, seguramente hicieron en sus vidas cosas que juzgamos admirables. En el caso de Alan García muchos creen que sus ideas políticas beneficiaron a muchas personas humildes e inspiraron a otros mandatarios latinoamericanos. Es por lo que hicieron en vida por lo que debemos admirar a las personas. El suicidio no es un acto valiente ni cobarde; lo único que podemos decir con certeza es que ocurre en medio de un profundo sufrimiento que imposibilita la búsqueda de alternativas. La prueba es que muchas personas en circunstancias externas parecidas a las del líder peruano, aunque tal vez emocionalmente muy distintas, asumieron la orden judicial, aun creyéndola injusta, y no recurrieron al suicidio.

3-No reproducir imágenes explícitas ni comentar métodos. Lo central de la noticia es lo que ocurrió, los detalles morbosos solo pueden generar conductas imitativas y no aportan nada interesante desde lo informativo.

4-Promocionar los medios de ayuda. Pese a todas las precauciones es posible que, para algunas personas, enterarse de un suicidio tenga el efecto de remover sus propias angustias y sus propios pensamientos suicidas, por eso es necesario que junto con la noticia se promocionen medios de ayuda online como nuestra Línea de Asistencia al Suicida.

 

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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