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¿La vida es un derecho o una obligación?


Los que trabajamos en la prevención del suicidio desde la asistencia a personas en crisis, sabemos que nuestro límite es la decisión del otro. En cambio, en la práctica médica, pueden darse casos en los que el otro no puede expresar su voluntad o no está capacitado para hacerla cumplir. Surge entonces un debate ético y legal sobre hasta qué punto tenemos derecho de extender la vida de una persona. Poco podemos agregar que no se haya dicho antes en esta discusión que es muy antigua y se actualiza frente a cada caso concreto que toma notoriedad pública.

La legislación argentina prohíbe tanto la eutanasia como el suicidio asistido, pero desde el año 2012 existe la ley de muerte digna que permite a los pacientes de enfermedades terminales negarse a recibir tratamientos para prolongar artificialmente sus vidas. Sin embargo, una ley de ninguna manera clausura un debate tan profundo en el que valores fundamentales como la vida y la libertad entran en conflicto.

La noticia de la chica holandesa, Noa Pothoven, que se negó a recibir alimento por no poder superar el trauma que le produjeron los abusos y violaciones que sufrió en su infancia volvió a reabrir el debate. El doctor Jorge Tartaglione, en su artículo de opinión para el diario Clarín se pregunta si una enfermedad psíquica puede considerarse “irreversible”. Cabrían otros interrogantes, como por ejemplo si una persona que está sufriendo una profunda angustia como consecuencia de una enfermedad mental o de recuerdos perturbadores de su pasado, está en condiciones óptimas para tomar una decisión tan importante como la interrupción de su propia vida.

No obstante, como dijimos antes, dirimir estas cuestiones no es lo importante desde la prevención del suicidio. Más bien debemos trabajar para que estas situaciones no se presenten en el futuro. La idea central de la prevención del suicidio, desde la promoción de valores y actitudes positivas o desde la asistencia a personas en crisis no debería ser la supresión de libertades, sino su ampliación. Estamos convencidos de que las libertades se ejercen en vida por lo que la muerte es la clausura de todas ellas.

Noa decidió morir al no encontrar alternativas para lidiar con su sufrimiento. Ahora mismo hay cientos de miles de chicas y chicos en todo el mundo que pueden estar sintiendo lo mismo. Como sociedad debemos ser capaces de mostrarle alternativas, de contenerlos en sus momentos de angustia y de acompañarlos en esta aventura tan difícil y a su vez tan apasionante de afrontar la propia vida. Esa es nuestra tarea desde nuestra Línea de Asistencia al Suicida.

 

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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