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El respeto a la neurodiversidad en la asistencia al suicida


Cuando en 1967 el Centro de Asistencia al Suicida comenzó a brindar asistencia telefónica a personas en crisis o con ideación suicida, los primeros voluntarios se enfrentaron al desafío de hacer algo que nunca se había hecho en el país y sobre lo que había muy pocas experiencias en el mundo. Tuvieron que aprender sobre la marcha. Y desde entonces seguimos aprendiendo sobre la base de nuestra propia experiencia, la experiencia de otras organizaciones compartida en congresos, los desarrollos teóricos en la materia y la observación de los cambios que impulsan los movimientos por los derechos civiles.

Como la ideación suicida atravieza diversas problemáticas sociales debemos estar atentos a ellas. Fueron de especial importancia la incorporación y la ampliación de los criterios de respeto a la diversidad en todas sus formas, de raza, género, orientación sexual etc., ya que el respeto al otro es una condición necesaria en la asistencia.

En ese mismo sentido, la socióloga australiana Judy Singer acuñó en 1998 el término "neurodiversidad" con la intención de aglutinar un movimiento civil en defensa de los derechos de las personas que tienen formas atípicas de aprender, de pensar, de sentir o de expresar sus sentimientos. Por empezar su derecho a estar en el mundo y no ser discriminados por su forma de ser. El término neurodiversidad se usó originariamente para referirse a personas con autismo; de hecho, tanto Judy como su madre y su hija comparten esta condición. Pero el concepto fue ampliándose para incluir a personas con dislexia, déficit de atención, hiperactividad, síndrome de capacidades aumentadas y otras etiquetas diagnósticas; en definitiva, a todos los que popularmente, y muchas veces con crueldad, son llamados "raros". Estas personas son sistemáticamente discriminadas durante toda su vida, especialmente en ámbitos escolares, laborales e incluso terapéuticos.

En el entorno educativo hubo cambios discursivos para incorporar el concepto de inclusión, pero pocas de estas iniciativas fueron llevadas a la práctica y la realidad de la educación sigue siendo, en general, estandarizada. Aun cuando se procura incluir al diferente, se lo hace desde una mirada centrada en su discapacidad y pocas veces se valoran las capacidades para enriquecer la dinámica del aula. Se pretende, también en este caso, que el que es distinto se adapte sin respetar su individualidad. Este esquema educativo que no ha cambiado mucho en los últimos dos siglos fue brillantemente ilustrado por el grupo británico Pink Floyd en su genial obra The Wall, donde los individuos son vistos como ladrillos que el sistema educativo tiene que moldear; todos de la misma forma, para que encajen perfectamente en la pared.

En el ámbito laboral, los sistemas de selección siguen basándose mayormente en entrevistas en las que se evalúan más las habilidades de los candidatos para auto-promocionarse que las habilidades necesarias para la tarea. El resultado es que las personas distintas a la media son sistemáticamente excluidas, salvo algunas excepciones como la industria del software que parece haber notado que los diferentes suelen tener capacidades sobresalientes en algunas áreas.

Tanto en el ámbito escolar como en el laboral las personas diferentes son las víctimas predilectas para el bulliyng, el acoso, la burla, la violencia y el rechazo social; y a raíz de estos problemas suelen desarrollar cuadros de ansiedad, depresión o fobia social pudiendo generar pensamientos suicidas.

Podría esperarse que en ámbitos terapéuticos, donde existe un conocimiento profesional sobre la variabilidad de la condición humana, la diversidad sea más aceptada, y en general es así, pero también allí hay mucho camino por recorrer. Muchos pacientes neurológicamente atípicos se quejan de que sus terapeutas no entienden sus formas diversas de pensar o de sentir, o directamente las rechazan por “inapropiadas” y pretenden “corregirlas”. Aun reconociendo el derecho de todas las personas, con alguna condición atípica o no, de trabajar sobre aquellos aspectos de su personalidad que desean cambiar o de desarrollar las habilidades que consideran útiles para sus vidas, todos estos cambios debieran ser voluntarios y de ningún modo debería forzarse a los pacientes a realizarlos con el único objeto de que encajen en un sistema o satisfagan las expectativas de otras personas. Al respecto, la psicóloga estadounidense Devon MacEachron nos recomienda: “aceptar que el otro es alguien original que puede no estar completamente a la altura de las expectativas de uno o de terceros, pero no obstante es un individuo hermoso que merece respeto”.

La asistencia telefónica a personas en crisis que realizamos desde nuestra Línea de Asistencia al Suicida no es una intervención terapéutica, no diagnosticamos ni pretendemos generar cambios profundos más allá del posible cambio de actitud frente a los problemas que puede darse durante el llamado, pero aun así es importante que las personas neurológicamente atípicas que llaman a nuestra línea se sientan respetadas, que sus particulares formas de pensar, de sentir y de expresar sus sentimientos sean aceptadas y validadas, que no se ponga en duda sus capacidades, que se valoren sus habilidades y que no se los defina por sus déficit. Para esto no necesitamos reconocer síntomas ni usar etiquetas diagnósticas, ya que todos somos diferentes en cuanto a nuestra manera de estar en el mundo pero, de igual modo, todos tenemos la misma necesidad y el mismo derecho a ser reconocidos y aceptados.

Referencias

Craft, S. (2016). Spectrum Suite. Retrieved from Meet Judy Singer, Neurodiversity pioner: http://www.myspectrumsuite.com/meet-judy-singer/

Esquivada, G. (2018). Infobae. Retrieved from Neurodiversidad: el movimiento para que el autismo, la dislexia y el TDAH no se consideren discapacidades: https://www.infobae.com/america/ciencia-america/2018/08/07/neurodiversidad-el-movimiento-para-que-el-autismo-la-dislexia-y-el-tdah-no-se-consideren-discapacidades/

Siaud-Facchin, J. (2016). ¿Demasiado inteligente para ser feliz? Buenos Aires: Planeta.

Silberman, S. (2016). Autismo y Asperger. Buenos Aires: Paidós.

Wrong planet. (n.d.). wrong planet. Retrieved from https://wrongplanet.net/


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