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Aislamiento en cuarentena: de estar solo a sentirse solo

Actualizado: 2 may 2020



Una de las consecuencias negativas de la cuarentena que se impuso a partir de la emergencia sanitaria por el COVID19 es, sin duda, la reducción del intercambio social. Especialmente para las personas que ya antes vivían solas, pero también para aquellas que no viven solas pero mantienen relaciones conflictivas con sus convivientes. Debemos distinguir aquí la condición objetiva de estar solo o sola, que en muchos casos puede ser elegida y el sentimiento de soledad que puede ocurrir también en compañía.


La doctora Fromm-Reichmann -psiquiatra judeo-germana contemporánea de Freud- definió la soledad como la carencia de intimidad, es decir, la falta de vínculos de confianza mutua con otras personas. Los humanos somos seres gregarios por lo que este tipo de vínculos afectivos son esenciales para conservar nuestra salud física y mental.


El psiquiatra Argentino Facundo Manes afirma que la soledad mata más que la contaminación, la obesidad o el alcoholismo, y lo fundamenta en numerosos estudios según los cuales la soledad produce efectos psicológicos como tristeza, ansiedad y depresión, eleva la presión arterial, genera estrés crónico y debilita el sistema inmunológico (esto último de especial importancia en estos tiempos). Pero, tal vez, el efecto más devastador de la soledad es su capacidad de realimentarse y de esta forma transformarse en una verdadera cárcel mental de la que es difícil salir. Las personas que se sienten solas por períodos prolongados tienden a generar pensamientos negativos sobre ellas mismas, los demás o el mundo y estas ideas las inducen a aislarse aún más en un verdadero círculo vicioso.


Sentirse solo de vez en cuando es natural, tanto como tener hambre o sed. Así como el hambre o la sed son señales que nos avisan de las necesidades básicas de nuestro organismo, el sentirse solo es el indicador que nos reclama momentos de cercanía con nuestros seres queridos. El problema surge cuando el sentimiento de soledad se prolonga en el tiempo y sus consecuencias dañan los vínculos afectivos produciendo mayor aislamiento.


El aislamiento social que nos impone la cuarentena aumenta el riesgo de generar o incrementar sentimientos de soledad crónica al menos de dos formas diferentes: para las personas que viven solas se ven reducidas las oportunidades de iniciar o mantener vínculos saludables; y para las personas que conviven con su grupo familiar, permanecer puertas adentro por un tiempo prolongado podría crear o agudizar conflictos interpersonales que provoquen sentimientos de soledad en compañía.


La soledad crónica puede producir niveles de sufrimiento realmente desgarradores, a tal punto que es el sentimiento que con más frecuencia comentan las personas con ideación suicida. Por eso, en todas las épocas, pero especialmente en esta que necesitamos distanciarnos para detener la propagación del coronavirus SARS-Cov-2, es necesario tomar medidas preventivas para evitar que aparezca, se profundice o se prolongue en el tiempo.

El distanciamiento físico no implica necesariamente aislamiento afectivo. Hoy la tecnología nos brinda medios seguros de comunicación, aunque sabemos que ese no es el único problema. Según Fromm-Reichmann, lo que nos falta cuando nos sentimos solos son momentos de cercanía social y para recuperarlos necesitamos aprender o reaprender a construir y sostener vínculos sólidos y profundos.


La cuarentena puede convertirse en una verdadera calamidad para las personas que sufren sentimientos crónicos de soledad, pero también puede ser el tiempo propicio para reflexionar sobre cómo nos relacionamos con los demás: ¿escuchamos al otro o solo pretendemos ser escuchados?, ¿nos preocupamos realmente por sus problemas y compartimos sus alegrías o estamos demasiado ocupados en nosotros mismos?, ¿somos tolerantes con ideas diferentes a las nuestras e incluso con faltas que pudieran cometer otras personas o exigimos que el otro siempre se adapte a nuestras expectativas?, ¿ofrecemos ayuda con frecuencia o siempre ocupamos el papel de víctima?


Las relaciones humanas pueden ser muy complicadas, pero resultan más fáciles si entendemos que se trata de dar, no de recibir. Lo que realmente necesitamos, dejar de sentirnos solos en este mundo, vendrá por añadidura.

Si usted siente que la soledad lo agobia y necesita reflexionar con uno de nuestros voluntarios, no dude en llamar a nuestra Línea de Asistencia al Suicida.


 

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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