La cuarentena cambió las rutinas de muchas personas. Especialmente las de los chicos en edad escolar que, por la suspensión de las clases presenciales y la prohibición de juntarse con amigos, se vieron forzados a buscar nuevas formas de relacionarse. Muchos padres pueden sentirse hasta más tranquilos por tener sus hijos en casa. Sin embargo, aunque la puerta de calle esté cerrada, cada pantalla de celular o computadora representa una ventana abierta al mundo, y los delitos cibernéticos no disminuyeron, por el contrario cobraron más intensidad.
Esta semana infobae nos recuerda el caso de Roxana Dominguez, la madre de una niña que fue captada por una red de grooming y a consecuencia de ello tuvo dos intentos de suicidio. Lamentablemente, la historia que cuenta Roxana se repite miles de veces con algunas variantes pero siguiendo un método específico.
El primer paso es la captación: el acosador conoce muy bien las preferencias y los gustos de sus víctimas, por lo que no le resulta difícil establecer un vínculo de confianza desde un perfil falso. Cuando los adolescentes se sienten cómodos con su nueva “amistad” virtual no tardan en descuidarse y aportar algún dato sensible que le permite al acosador romper el anonimarto y averiguar más información.
Lo que sigue es el chantaje: Teniendo datos de la víctima y de su familia el acosador esta en posición de formular todo tipo de amenazas que, aunque muchas veces son fantasiosas, le sirven para asustar a la víctima y pedirle más.
Y por último la extorsión. Mediante el chantaje, el acosador puede obtener fotos o videos íntimos de su víctima y amenazarla con difundir todo el material que tiene si no aporta más o si no hace determinadas tareas que le pide. En este punto la voluntad de la víctima se encuentra completamente sometida y muchos hasta llegan a pensar en el suicidio como su única forma de escapar.
Desde el año 2018 el grooming es considerado delito en Argentina. Usted puede denunciar un caso de groomiing llamando al 134. Pero la ley por sí sola no alcanza para detener este delito. Los adultos debemos saber que esta amenaza existe y cuidar a los más jóvenes. Hoy es impensable prohibirle a un adolescente que se conecte a Internet. Más aún en estos tiempos de cuarentena en que necesitan de Internet para continuar su proceso educativo y para conectarse con sus pares. Además, no debemos fomentar el miedo a la virtualidad. El mundo virtual está poblado de recursos, oportunidades, y también peligros, al igual que el mundo real. Nuestros chicos deben aprender a moverse en él en forma segura.
La regla básica que le debemos enseñar a nuestros chicos es: “Nunca compartir información sensible y mucho menos información íntima” y lo segundo “Nunca ceder a un chantaje, porque hacerlo solo empeora las cosas”. Pero aún conociendo estas reglas los adolescentes podrían descuidarse y cometer errores, por eso, siempre, el mejor reaseguro para que nuestros chicos puedan incursionar en forma segura en el mundo virtual son los vínculos de confianza sólidos del mundo real. Si padres y docentes mantenemos una actitud de respeto, escucha, contención y apoyo hacia nuestros hijos y alumnos, incluso frente a cuestiones menores, seguramente recurrirán a nosotros cuando se vean en problemas.
El grooming nunca es culpa de las víctimas. Los adolescentes están aprendiendo a moverse en el mundo virtual del mismo modo que aprenden a moverse en el mundo real. Nuestra tarea no es cuestionarlos sino enseñarles.
Si usted o un familiar o allegado se encuentra atrapado en una situación de extorsión a la que no le encuentra salida y ha llegado a pensar en el suicidio, no dude en llamar a nuestra Línea de Asistencia al Suicida.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.
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