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¿Por qué escribimos sobre prevención del suicidio?


Una creencia antigua que aún prevalece sobre el suicidio lo describe como una conducta impulsiva. La idea se afianza en relatos de familiares que dicen no haber notado ningún signo, nada fuera de lo común o que pudiera llamarles la atención en un ser ser querido que intentó suicidarse. Esto último puede explicarse por la familiaridad o el acostumbramiento que nos hace ver como normales situaciones que para un observador externo claramente no lo son; pero también por el estigma que pesa sobre el pensamiento suicida y los problemas emocionales que genera vergüenza y ocultamiento en quienes los padecen, y negación en quienes observan.

La realidad que muestran los estudios científicos y nuestra larga experiencia escuchando a miles de personas con pensamientos suicidas desde nuestra Línea de Asistencia al Suicida es que, siempre, o casi siempre, detrás de cada acto suicida hay un proceso que puede llevar meses, años o décadas. Este enfoque más realista del suicidio como un proceso prolongado y no como un hecho espontáneo, abre una inmensa ventana de oportunidad para la prevención desde la difusión o desde la asistencia a personas en crisis.

Solemos imaginar a las personas con ideación suicida como sujetos muy negativos que solo piensan en morir, sin embargo, ellos pueden tener tantas ganas de vivir como cualquiera, aunque también un enorme sufrimiento que les hace pensar en la muerte. Esta dualidad, querer vivir pero a su vez querer morir, es la condición característica del proceso suicida. Se la suele ilustrar con la metáfora del fiel de una balanza en continuo movimiento. En un platillo de esta balanza estarían los problemas y los condicionamientos que producen sufrimiento, y en el otro los recursos internos y externos con que cada uno cuenta para afrontarlos. Un recurso puede ser una ayuda concreta, un apoyo emocional, un vínculo familiar o social, una creencia religiosa, una alternativa de vida o una mirada diferente sobre los viejos problemas. Todo ayuda para mantenerse a flote hasta cultivar nuevos y más robustos recursos. Sabemos que el desenlace es siempre incierto y la tarea de la prevención del suicidio consiste en asistir a las personas para que encuentren más recursos e inclinen su balanza hacia el lado seguro.

En una época se pensaba que hablar sobre el suicidio a una persona que está transitando este proceso era peligroso porque podría desencadenar el acto. La veracidad parcial de esta afirmación está incluso avalada por estudios científicos. Las estadísticas muestran que cada vez que un caso de suicidio adquiere mucha notoriedad, y es ampliamente comentado en los medios, se registran más intentos de suicidio utilizando métodos similares o en personas con problemáticas similares. Este efecto de imitación se llamó efecto Werther en honor al célebre personaje de la novela de Goethe. Estudios más precisos demuestran que no es el hecho de hablar o escribir sobre el suicidio lo que desencadena los intentos de suicidio por imitación sino acciones muy concretas como comentar los métodos, conjeturar posibles “causas”, justificar, o incluso exaltar el acto. Ver: Responsabilidad y compromiso de los medios de comunicación en la prevención del suicidio.

Los estudios a los que nos referimos en el párrafo anterior, especialmente un estudio dirigido por Thomas Niederkrotenthaler y otros, demuestran que hablar sobre el suicidio en forma responsable, especialmente a personas que ya tienen pensamientos suicidas, no solo no es peligroso sino que tiene un efecto preventivo. Este efecto, casi opuesto al efecto Werther pero que se interpreta también como un efecto de imitación, ha recibido el nombre de efecto Papageno en honor al benévolo personaje de la ópera de Mozart, La flauta mágica, que guía al príncipe Tamino a través de las tinieblas al encuentro con su amada. El estudio, y también el personaje elegido para denominar el efecto que describe, son una clara orientación para quienes nos dedicamos a la prevención del suicidio. No se trata de negar los problemas o los estados emocionales de quienes padecen pensamientos suicidas, sino de mostrar un camino de superación.

Las personas que logran sobreponerse a sus pensamientos suicidas son los verdaderos héroes en la epopeya de sus vidas. Quienes intentamos acompañarlos, desde la difusión o desde la asistencia directa, somos personajes secundarios. Nuestra tarea es acercar recursos y mostrar que el camino de la recuperación es posible, que otras personas han mejorado sus vidas solucionando sus problemas o aceptando sus pérdidas desde una nueva perspectiva. Eso es lo que intentamos hacer desde estas páginas y, por supuesto, desde nuestra Línea de Asistencia al Suicida.


 

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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