El jueves 2 de noviembre pasado recibimos la visita de la Fundación Aikén, la única ONG del país que se dedica al acompañamiento psicológico de niños y adolescentes en proceso de duelo. Desde 2008 realizan esta labor mediante profesionales voluntarios, luchando por resignificar las vidas de quienes, a una edad muy temprana, han sufrido una pérdida de ser querido.
En el Centro de Asistencia al Suicida también recibimos llamados de niños y adolescentes que confrontan la dolorosa realidad de una pérdida desde un lugar particular: el del suicidio. Además de tener que lidiar con la ausencia, que esa ausencia haya sido por propia decisión no es fácil de comprender para nadie, y menos para un niño o adolescente. La culpa, el enojo, la impotencia y la tristeza a veces dan paso a ideas suicidas que fantasean con la muerte como un refugio ante el dolor, y, en algunos casos, el cumplimiento de un destino imaginario.
Los voluntarios de Aikén compartieron historias, nos dieron herramientas, y nos abrieron puertas. Pensamos cómo las etapas del duelo enumeradas por Elizabeth Kubler Ross se relacionan con el suicidio y los desafíos que conlleva recolocar emocionalmente a la persona que no está y poder continuar viviendo. Vimos el video “El Pato, la muerte, y el tulipán”, lo que nos llevó a reflexionar sobre ideas que tenemos sobre la muerte y el suicidio, y cómo tiñen nuestro entendimiento de lo que les pasa a otros y a nosotros mismos. Es una gran lección el aprender a no juzgar y a respetar las decisiones que alguien pueda tomar sobre su propia vida, al mismo tiempo que nos esforzamos en estar presentes y dispuestos a generar una relación de ayuda si eso es lo que podemos brindar y se requiere de nosotros.
¿Qué puede estar sintiendo un niño o adolescente que llama al Centro de Asistencia al Suicida para compartir con nosotros su dolor y sus miedos? ¿Qué necesita? ¿Cómo podemos contarle que su mundo futuro no necesariamente será tan angustiante ni oscuro como se imagina? ¿Cómo lograr –durante el transcurso de una charla telefónica- que se sienta contenido y alentado a atravesar su duelo o situación desgarradora con esperanza? Esas son algunas de las preguntas que flotaron en el ambiente y que todos intentamos contestar.
La tarea de un voluntario telefónico en el Centro de Asistencia al Suicida siempre sorprende: nunca sabe con qué se va a encontrar cuando atiende el teléfono. Por eso necesita desarrollar diferentes habilidades para poder comprender mejor las situaciones diversas por las que está pasando la persona que nos contacta. A la luz de esta necesidad, la visita de Aikén nos nutrió y regaló, además de todo su conocimiento, preguntas que nos seguiremos planteando. Con un agradecimiento muy especial ya que además de todo lo reflexionado y aprendido, la mirada es esperanzada y dirigida al sentido que un duelo deja en la vida de las personas, cuando el dolor puede transformarse, acompañado por otros y fortalecidos en lo personal.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.